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Del mundo y su constante estupidez. Dos observadoras siempre atentas de la necia indiferencia de un mundo cada vez más plano.
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Caos Vehicular


Aceptémoslo, somos ciudadanos de urbe dinámica. Incluso aunque sea una mínima parte de nuestro día, nos vemos en la obligación de trasladarnos de un lado a otro. Yo, característicamente soy dependiente de los buses, y al pasar gran parte de mi día en ellos ya hasta he aprendido a aceptarlos. En ellos pienso, duermo y hasta sueño, ellos me llevan a través de la ridícula jungla caótica y estresante que cada día odio más.

Quizás dirán que un vehículo particular es la solución, pero no, para nada. Como podría perderme la encantadora y estimulante aventura de viajar en bus, jamás lo cambiaría por la comodidad de siempre tener un asiento para ti. Nunca podría cambiar la incertidumbre de saber si el dichoso vehículo de pasajeros llegará a buscarte por la confianza de saber que tu carro estará ahí. No, ¿donde pensaría, dormiría y soñaría? En donde sino en las inspiradoras trancas de trafico vividas a diario en esta ridícula jungla de concreto.

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